RETRASO
- Buenos días, señor jefe.
- Llega tarde, Bernardo. ¿Son estas horas de venir?
- Disculpe, señor...¡El ómnibus!
- Escúcheme una cosa: a mí no me incumbe si viene en ómnibus o caminando. Lo que sí me importa es que arribe efectivamente en hora. ¿Está claro?
- Sssi, señor.
- ¿Preparó el expediente?
- Nnno, señor.
- ¿Cómo dijo?
- Sucede que mi familia está muy enferma. Mi señora tiene fiebre y el más chiquito, varicela.
- Vamos a ver si dejamos algo bien en claro, Fagundez: aquí no interesa en absoluto su vida personal. Si usted quiere hacerse un viaje a Europa ida y vuelta en dos días, yo no lo voy a multar, o si se le antoja pasarse todo el fin de semana tirado, allá usted. En esta oficina lo único que importan son los resultados. ¿Entendió?
- Sí, señor.
- Bien. Siéntese por favor, y póngase a trabajar de una buena vez que en su despacho hay mucho trabajo atrasado...¿Qué espera?
- Es que... Señor, venía a comunicarle que en el día de hoy arriba mi primo de Bruselas y no tiene nadie que lo vaya a buscar.
- Que se venga solo. Debe ser bastante grandecito, ¿no?
- Sí que lo es. Pero el pobre...¡No conoce Montevideo!
- ¿Y usted qué quiere hacer¿ ¿De guía turístico? Además, me imagino que le habrá dicho que no puede, porque tiene que trabajar.
- No, señor. Al revés.
- Cómo dice?
- Este... venía a comunicarle que no voy a poder quedarme porque tengo que ir... Al aeropuerto. Usted comprenderá, señor.
- ¿Comprender? ¿Qué es lo que tengo que comprender? ¿Qué es usted un atorrante y que cualquier excusa le viene bien para no trabajar?
- ¡Pero señor! ¿Cómo puede pensar eso de mí?
- ¡Es que es tan fácil! Mire, ya son las nueve y media y acá empezamos a las nueve en punto. O sea, que ya tiene media hora de retraso...¡En fin! ¿A qué hora llega su primito?
- A las diez, señor.
- Entonces hagamos lo siguiente. Salga de aquí diez menos diez y se toma un taxi. Estamos relativamente cerca del aeropuerto y llegará no más bien.
- ¡Señor, son cinco quilómetros!.
- Entonces sale menos cuarto y le pide al chofer que se apure.
- Pero...
- ¡Ni una palabra más! ¿Estamos?
- Bueno, gracias señor. ¡Muchas gracias!
- No tiene nada que agradecerme, Bernardo: el tiempo de su ausencia será descontado de su sueldo. ¿Alguna otra pregunta?
- Por ahora nnn...
- ¡Entonces, vamos! ¡Póngase a trabajar! y aproveche al máximo estos quince minutos que le quedan, que ya son casi diez..¡Ah, por cierto! A las diez y cuarto en punto lo quiero de regreso. ¿Escuchó?
- ¡Pero, señor!
- ¡Basta, Fagúndez, que tiene mucho trabajo que hacer!
- ¿Señor?
- ¿Qué?
- ¡Renuncio!
- ¡Cómo que renuncia!
- Eso mismo: renuncio. ¡No aguanto más esta esclavitud!
- Pe.. pero...¿Qué está diciendo? ¿Se ha vuelto loco? ¿Se da cuenta el montón de trabajo atrasado que tiene?
- ¿No acaba de escuchar lo que dije?
- Perfectamente, no soy sordo. Pero para renunciar va a tener que aguardar el intervalo de las doce y media...Espere un poco: aquí llega la gerente de la misión que le encomendé. Yo me desligo. ¡Ella se encargará de usted!
- ¡Señor!
- Buenos días, Fagundez.
- Buenos días, señora gerente
- ¿Se le ofrece algo? ¿Por qué a estas horas no está trabajando?
- Verá, le estaba comentando al jefe que...
- ¿Cómo? ¿Escuché bien? ¿Desde cuando un empleado de la tercera sección
- a la izquierda está habilitado para hablar con el jefe?
- Bueno, lo que pasa es que...
- ¡Me extraña! ¡Ubíquese, Fagundez! ¿Para qué estoy yo?
- Mis disculpas, señora gerente.
- Ahora dígame: ¿Qué deseaba?
- Que en diez minutos llega un arriba un primo mío de Ámsterdam y me tengo que ausentar.
- Ausentar...¿Ausentar? ¿Qué palabra es esa? ¡Si apenas la conozco! Ahora
- dígame de una buena vez que es exactamente lo que quiere, porque
- tengo otros empleaduchos...digo, empleados que atender.
- ¡Quiero irme! Renunciar... ¡Estoy harto de trabajar aquí!
- ¡Ah! Era eso... Está bien. Espere lo que haga falta, que en cuanto pueda le traigo el formulario.
- ¡Pero rápido, por Dios, que llega mi sobrino de las Canarias!
- Aquí tiene.
- Bien...
- Llénelo con letra manuscrita, legible, tinta china, a dos espacios.
- ¿Tinta china? ¿Dónde diablos voy a...?
- Tómeselo con calma. No hay apuro. Igual me lo trae el año que viene.
- ¿Está loca? ¿No escuchó que me quiero ir?
- ¿Pero qué? ¿Se siente mal?
- Le digo que...¡Es inútil! Conversar con usted es como hablar con las paredes. Yo me voy. Se me hace...
- ¿Espere un momento? ¿Cómo dijo?
- Que se me hace tarde. Tengo que estar en el aeropuer....
- Lo anterior.
- Que hablar con usted es como hacerlo con las paredes.¡Ya me parecía a mí que las conocía! Como si alguna vez me hubiese equivocado! Así que es usted amigo de las mellizas y morosas Lucía y Carmen Paredes. ¿O qué otra relación tiene usted? Pero...¡A mí qué - importa! Le voy a dar el importe de cobro para que se las presente...¡Y guay de usted si no se aparece con la plata!
- ¿Morosas ellas? ¡Pero si recién llegan hoy de Finlandia!
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