En Cuentos de Fauna y Magia participé con los cuentos La polilla cheta y El pecesito azul. He aquí La polilla cheta.
LA POLILLA CHETA
Analía, la polilla, estaba muy triste. ¡Habían rociado su alimento con el feo insecticida, y ni siquiera podía acercarse a él!. Revoloteaba, pero, por más vueltas que daba, aquel olor desagradable le causaba profundo malestar. Para peor, tenía que alimentar a sus pequeñuelos, que eran muy chiquitos y necesitaban comer en abundancia, Al notar que Marcos se acercaba al ropero, escondíose tras la biblia. Y observó: Marquitos, con sus diez años recién cumplidos, era un niño muy rico. Nada le faltaba en casa. ¡Y la ropa no era la excepción! Tenía pantalones de varias marcas, remeras con un sinfín de dibujos, camisas de todos los colores, camperas con los más variados diseños...... Es que ¡siempre su madre, que tanto lo consentía, a cada rato le estaba comprando ropa! Y a la más nuevita.....¡le ponía naftalina! La nueva, la que Analía comía.Porque ella también era una polilla distinguida. Se había criado en el barrio más cheto de las mariposas nocturnas y, al igual que Marquitos, estaba acostumbrada a consumir lo mejor ¿Cómo se iba a rebajar a darle de comer a sus polillitos una prenda que tuviera más de tres meses de uso?¡Horror! Antes mejor era morirse de hambre. Por esto era que había elegido como habitáculo, la residencia de Marquitos. Porque su padre era rico, famoso e importante. Y la casa detentaba todos los lujos que tal condición requería. Después de todo, una polilla de clase como ella, no se merecía menos. Cuando el día de ayer se cruzara con la polilla Cuca, la enfermera, esa que vivía en un ranchito de hojalata, casi se va de bruces al suelo.....El olor a pobre que ella desprendía le había causado tanta repulsión, que pensó se iría a desmayar. Cuca era famosa entre todas las polillas por sus espíritu generoso y desprendido. Y, a pesar de tener su domicilio en la casa de un albañil, siempre se las arreglaba para andar fuerte y robusta, así como su descendencia, que ya había ingresado a la adolescencia. Cuca con sus alitas chamuscadas por aquél famoso incendio, del que a gatas pudiera salvarse, era una incansable bienhechora y no había polilla que, estando enferma, no la reclamase. Y, mientras corría de aquí para allá, atendiendo sufrientes, Analía se pasaba de baile en baile, que siempre se formaban al compás de alguna lamparita de mercurio, con la música del grillo Dido y las luces psicodélicas de René, la luciérnaga encantada. Como buena polilla cheta, le copaba lustrar sus alas y se pasaba horas haciéndolo, mientras la mayoría de sus congéneres trajinaban de aquí para allá, en su agitada vida nocturna. Porque, han de saber que las polillas duermen de día y trabajan de noche. Solo que Analía, como era tan distinguida, consideraba que era una deshonra el trabajar y que una dama tan fina como ella, se degradaría haciéndolo. Hasta que un día, luego de un divertidísimo baile nocturno, en el que Analía tras bailar con todos los polillones de la región regresaba muy cansada, se encontró con la triste noticia de que Patín, el menor de sus hijitos recién salido de crisálida, se hallaba gravemente enfermo. Al contemplar a su adorado hijito, tirado y sin fuerzas, sobre el piso de parqué, Analía se sintió realmente horrorizada. Intentó reanimarlo varias veces pero sin éxito. Los hermanos de Patín, entonces, le gritaron “Rápido mami! tienes que llamar a Cuca! Analía torció la cara. Y pensó ¿A Cuca? ¡Ni borracha! Aunque, a decir verdad, lo estaba un poco por todo el polen que había consumido y continuó golpeando a Patín, con idéntico y frustrante resultado. Sus antenitas apenas se movían (y esto era muy mal indicio: lo había leído en un libro sobre insectos, que encontrara en el cuarto de Marquitos), y el color de sus alitas comenzaba a palidecer. Entonces comprendió que, si no venía ayuda profesional, ya no vería más a su amado hijito. Y, con cara fruncida y expresión de disgusto, se maquilló las alitas rápidamente y voló hacia el barrio pobre más próximo, donde Cuca tenía su morada. Ni bien arribó, golpeó la puerta con nerviosismo. Era muy avanzada la mañana y, por lo tanto, una hora impropia para visitas. Por demás, se sentía humillada y ruin, dentro de aquél ambiente estrecho y pedregoso. Tal mal se hallaba que por un momento estuvo por marcharse y mandar todo al diablo. Pero se quedó. Era demasiado el amor que sentía por su pequeñuelo. Salió la misma Cuca con aire somnoliento y ojos cansados. Al verla, se amedrentó. Además....¡No lo podía creer! “¿Tu has venido a verme?!. Tu, que siempre te has burlado en todo momento de mi persona? Analia tragó saliva. Era horroroso el rebajarse el pedirle algo a alguien que estaba tan por debajo de su condición social. ¡Pero tenía que hacerlo. si es que quería ver a Patin nuevamente con vida! Si, es que ....¡Te necesito! Cuca se restregó los ojos bien fuerte. ¿Estaría soñando aún? “¿Tu me necesitas a mi? Pero si eres rica, hermosa, elegante y siempre rodeada de polillas de alcurnia ¿Qué podrías necesitar de una polilla como yo, pobre y desaliñada?“Es que.... ¡Mi hijo agoniza!
Al escuchar esto los ojos de loa bondadosa Cuca resplandecieron. Era cierto que Analía se había portado muy mal con ella, llegando incluso a dejarla en ridículo frente a muchos otros insectos. Pero ante un vaso de vida o muerte, tenía que dejar las afrentas personales de lado. Además, el pobre pequeño no tenía la culpa de que la madre fuese tan.... ¡Era mejor ni pensar en ello!
“Espera un momento” dijo “Voy por mis implementos” La polilla cheta la vio entrar en su modesta choza. Antes que cerrara la puerta escuchó como le decía “Hace un poco de frío” Te invitaría a pasar, pero supongo que eres demasiado distinguida como para contaminarte en un ambiente de humildad”Se lo había dicho sin ironía, sin maldad. Y fue por esto que a Analia le doliera tanto. Inmediatamente comprendió lo injusta que había sido con Cuca, al reírse de ella y despreciarla. ¡Si pudiese reparar su error de algún modo! Enseguida vio salir a Cuca con un grueso y gastado maletín y su flamante túnica de enfermera.
CON QUE PODEMOS ILUSTRAR NUESTRO CUENTO, MAS BIEN EL DE EL ?
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